Lo que pido

Mi hambre no es sólo suya,
madre.
Mi hambre es la de millones
y la Tierra no guarda la semillas
en almacenes bajo llave y alarmas;
la Tierra no tiene cámaras que vigilen el mar
ni gendarmes que apresen a los carniceros.

Usted no vende su abrazo, señora.
Es preciso liberar la leche que mana tras la alambrada;
abrir la despensa,
que corran el aire y los niños;
Salir a la calle, alzar los brazos,
que el Sol alimente estos huesos,
madre,
los mismos que la Tierra humilde
al fin habrá de devorar.

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